Comenzamos nuestro ciclo de sesiones de “SOBREMESAS DE SALUD”, con un invitado excepcional, el profesor Rodrigo González Martín, que en la actualidad ocupa el cargo de Defensor de la Ciudadanía de la Ciudad de Segovia.
En una sesión entrañable, amena y muy interesante, plagada de ejemplos que nos llevaron a conclusiones generales, partimos del concepto de Salud como “Bienestar”, sensación que también ha ido cambiando a lo largo del tiempo, ya que no son las mismas las exigencias que tiene el hombre actual, que el de una generación anterior, por ejemplo. Urge esta reflexión porque sentimos que con frecuencia estanos más bloqueados por el “malestar” en una sociedad en crisis.
Y esta sensación de “bienestar” está muy ligada al entorno en que vivimos, el objetivo es conseguir “ciudades saludables”, o como se definía en la tertulia, “ciudades amables” con la gente, concepto muy ligado a la accesibilidad a los servicios, a la habitabilidad de nuestros barrios, al uso y gestión de los espacios públicos, y por supuesto a minimizar las circunstancias perturbadoras.
Para conseguir estos objetivos es importante la participación del ciudadano en los debates y tomas de decisiones, no se trata de votar simplemente, sino de que el ciudadano se sienta escuchado, tenido en cuenta, aunque luego decida no participar de una forma más activa.
Basten dos ejemplos para comprobar que aún queda bastante camino por delante, uno es el caso de los ruidos, que según qué tipo de afectados, puede tener consecuencias bastante dañinas para la salud, y otro es el de la accesibilidad, tanto en la vía pública, en los transportes públicos, como en los edificios públicos o privados, un problema sobre el que se lleva mucho tiempo trabajando, pero que aún hay mucho por hacer, incluidos el personal técnico, que no le prestan la debida importancia.
Mejorar nuestra salud en nuestro ámbito más cercano, no es por tanto sólo mejorar las estructuras sanitarias, sino que a través de los mecanismos de participación podamos conseguir un ambiente “amable” donde desarrollar cómodamente nuestras capacidades vitales.
A lo largo de la animada y muy participativa conversación de sobremesa que nos convocó el pasado día 20 de octubre en el restaurante Casares, encontrábamos la necesidad de ahondar y defender un concepto más amplio, transversal, abierto y colectivo de la salud como “salud cívica”. No hay “salud ciudadana” sin calidad de servicios, cultura de igualdad y transparencia, vida saludable en una sociedad de valores compartidos. Nos parecía necesario superar la contradicción de sentirnos cada día más sanos en una sociedad enferma. La “salud cívica” es un logro colectivo resultante de una aproximación y cumplimiento de los Derechos Humanos en una democracia de proximidad.
Para una “salud cívica” debemos aspirar a una calidad de vida saludable compartida, superando las desigualdades, discriminaciones, estigmas, prejuicios, violencias, abusos, exclusiones sociales, segregaciones, tratamientos abusivos y arbitrarios…como “enfermedades ciudadanas”. Una “ciudad saludable” es una ciudad accesible e inclusiva, una ciudad para todas y todos, una ciudad no contaminada y contaminante de aire, ruidos, visual, cognitivamente. Una ciudad de las mujeres y de los hombres, por igual. Una ciudad con urbanismo humanitario que supere los intereses especulativos sin tener en cuenta la ciudadanía.
Proponíamos como conclusión general de la sesión, como mejor postre equilibrado y saludable, la siguiente receta: “Conscientes del aumento de las desigualdades y de las dificultades para el cumplimento de los Derechos Humanos que dan razón de ser a nuestra actividad y valor de identidad a la ciudadanía en pleno siglo XXI, podríamos afirmar que no hay “salud cívica” sin avances significativos en el logro y cumplimiento de los Derechos Humanos”
Buen provecho…!!!