EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL

 Mª Consuelo Cuenca

Psicóloga Sanitaria y Forense

c.avanti2008@gmail.com

 

 Resumen

El presente trabajo trata de ofrecer una visión general sobre la dimensión humana de la sexualidad y la educación sexual integral. Se plantea una educación sexual holística con el fin de proporcionar una información sin prejuicios y conocimientos científicos rigurosos sobre todos los aspectos de la sexualidad humana. Siendo la comunicación y educación sexual la base para el desarrollo de una sexualidad sana y responsable. La Psicología de la sexualidad estudia el comportamiento sexual y sus diferentes manifestaciones, poniendo especial atención en la detección de aquellos aspectos que interfieren en la funcionalidad del individuo. Ofrece una visión holística e integrada de la sexualidad humana. Entiende que  la sexualidad forma parte del conjunto de vivencias y experiencias de la vida, que si se enmarca en una educación sexual apropiada deriva en fuente de salud. La educación sexual como materia obligatoria en la mayoría de los estados europeos presentan numerosas diferencias en su instrucción y contenidos. Diferentes estudios indican que la educación sexual no permite un abordaje fácil y directo ya que su complejidad y resistencias a su aplicación en las aulas  son un frecuente motivo de debate sobre su viabilidad. Sin embargo, se plantea la necesidad de continuar consolidando la transversalidad de la Educación Sexual Integral en los diferentes proyectos educativos españoles, profundizando en los procesos de formación e incorporando a las familias, profesionales y al entorno para garantizar que el alumnado ejerza su derecho fundamental a la educación.

Palabras clave: Sexualidad, Psicología-Sexología, Programas Educativos y Educación Sexual Integral.

INTRODUCCIÓN

A lo largo de los tiempos, “educar” se identifica con criar, cuidar, instruir o guiar al individuo. Entendiéndose como aquellas relaciones que se establecen con el ambiente y que son capaces de potenciar las posibilidades educativas del sujeto. De forma, más descriptiva la educación consiste en un proceso de enseñanza y aprendizaje basado en una socialización metódica cuya función es adaptativa y cuyo objeto es insertar al individuo en la sociedad mediante la transmisión de determinados contenidos culturales.

La educación sexual integral es una condición previa para ejercer la plena autonomía corporal; ello exige, no sólo el derecho de tomar decisiones sobre el propio cuerpo, sino también tener información apropiada para tomar decisiones de manera sensata.  Por lo tanto, a través de la educación sexual, las personas obtienen la información y las habilidades necesarias para tomar decisiones saludables sobre su sexualidad y salud sexual.

Siguiendo con el planteamiento anterior, los programas de educación sexual integral se sustentan en los principios de los derechos humanos. Éstos ayudan a fomentar la igualdad de género, defender los propios derechos sexuales,  empoderar a la persona, etc. Luego, los beneficios de la educación sexual, cuando es integral, van mucho más allá de la mera información sobre la reproducción y los riesgos para la salud.

 Dimensión humana de la sexualidad

La sexualidad está presente en las diferentes edades y etapas de la persona. Se configura en base a condiciones anatómicas, psíquicas y afectivas, dando lugar a la expresión del repertorio comportamental individual.

Se vive y expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Por tanto, la sexualidad y afectividad nos acompañan a lo largo de toda la vida. En el ser humano es una fuente de comunicación, afecto, placer, satisfacción y bienestar, expresada a través de la ternura, la confianza y el respeto.

Tanto la sexualidad como la afectividad, se cimentan desde la infancia en función de las relaciones establecidas con las personas más próximas, siendo muy significativas en la etapa de la adolescencia y juventud respecto a los componentes afectivos-sexuales, ya que en función de éstos se perfilará el trayecto hacia la adultez.

Desde la perspectiva de las Ciencias de la Salud, las personas somos seres sexuados, donde la dimensión de la sexualidad se desarrolla desde el nacimiento y a largo de toda la vida. La sexualidad es contemplada como una forma única e idiosincrásica de combinar aspectos genéticos, biológicos, fisiológicos, psicológicos, afectivos y sociales; que proporciona una percepción de las propias características y de los demás, enmarcada en un contexto específico. Por lo tanto, es la manifestación de la convicción interna de que somos individuos sexuados.

Al ser seres sexuados, ante la experiencia de una vivencia sexual afectiva,  permite conocer la propia respuesta, necesidades y capacidades corporales. Además de proporciona la oportunidad de descubrir al otro, siempre y cuando la otra persona haya ejercido su derecho de elección para depositar sus afectos y aceptar la relación.

Un hecho que con frecuencia ocurre cuando se habla de sexualidad es asociar de forma determinante a ésta con la genitalidad o actividad reproductora; sin embargo, ésta va más allá. La sexualidad es una dimensión importante en el ser humano. Se sustenta en el sexo biológico con el que se nace y está condicionada por diferentes factores como el género, la identidad, orientación y rol sexual, el erotismo y actividad sexual, la vinculación afectiva y la capacidad reproductiva. Por tanto, el organismo está en interacción continua con el entorno donde se movilizan procesos cognitivos, motivacionales, emocionales, fisiológicos y comportamentales.

En la forma de experimentar la sexualidad de forma más o menos gratificante, pueden llegar a ser determinantes factores como la interferencia de déficits educativos (desinformación, desconocimiento anatómico y fisiológico…), conflictos religiosos/morales, erotofobia-erotofilia, sentimientos de culpa sexual, disfunciones sexuales, problemas psicológicos, etc.; estas dificultades pueden obstaculizar la experiencia de vivir la sexualidad de forma plena y saludable.

Ante las diferentes perspectivas acerca de la sexualidad y salud sexual, la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea que la salud sexual repercute en el desarrollo socioeconómico de las comunidades y los países al ser un aspecto fundamental para el bienestar general de las personas. Indica que un nivel óptimo de salud sexual se sustenta en un enfoque respetuoso y positivo de la sexualidad donde las experiencias sexuales han de ser placenteras y seguras, sin coerción, discriminación ni violencia. Señala que el grado de bienestar en hombres y mujeres dependerá de su acceso a la información integral, educación, actividad sexual con o sin protección, acceso a la atención de salud sexual y de un entorno promotor de una salud sexual adecuada.

Otro defensor es la Asociación de Especialistas en Sexología en España (AES). Ésta apunta que la promoción de la salud sexual es fundamental para la consecución de la salud y el bienestar. Parte de una perspectiva de la sexualidad positiva, diversa y rica.

​Estando en la misma sintonía, la World Association for Sexual Health (WAS), enfatiza que <<se logrará la salud sexual mediante el reconocimiento y el apoyo de los derechos sexuales y el conocimiento adquirido, a través de la sexología, de una amplia educación de la sexualidad y del acceso al cuidado de la salud sexual>>.

Desde hace años, la WAS viene  diseñando estándares de práctica profesional con el objetivo de ser una guía, que permita a los profesionales de la educación y a las entidades normativas de todo el mundo redactar objetivos educativos y diseñar currículos. Además de ofrecer herramientas de evaluación en la formación de educadores especialistas en sexología.

En general en Occidente, los sexólogos-psicólogos/as apoyándose en una perspectiva biopsicosocial y sexual abordan aquellos conocimientos científicos necesarios para impulsar una educación sexual de calidad con el fin de promover  el desarrollo intelectual y pensamiento crítico del individuo.

Y a su vez, a lo largo de las últimas décadas, diferentes organismos internacionales llevan insistiendo en la importancia de potenciar el diseño y la impartición de programas formativos en educación sexual que englobe a la familia, la escuela y profesionales formados en sexualidad para que puedan colaborar de forma conjunta en el desarrollo y aplicación de programas educativos. La finalidad es dar respuesta a la necesidad objetiva y generalizada a toda la población. Es decir, no solo jóvenes sino aquellos adultos que carecen de educación sexual por diferentes motivos.

Psicología y salud sexual

El estudio de la sexualidad humana es una realidad que exige un enfoque multidisciplinar, donde diferentes profesionales con formación en este ámbito colaboran de forma conjunta para llevar a cabo la implementación de programas educativos y de salud sexual.

La Psicología como ciencia del estudio del comportamiento humano contempla la sexualidad desde una perspectiva bio-psico-socio-sexual. El ser humano está mediatizado por su propia sexuación, sus características sexuadas, bases biofisiológicas y herencia genética. Considera que la sexuación se diferencia en dos sexos, poniendo de relieve la existencia de un instinto automático que estereotipa la conducta sexual; lo que propicia las diversas maneras de percibirse el individuo y la activación de la pulsión erótica de forma flexible y dinámica. Siendo los afectos y las emociones inherentes a la vivencia de la experiencia sexual.

La Psicología de la Sexualidad ofrece una comprensión del proceso psicológico a través del cual se desarrollan los distintos sexos, y las dimensiones que los componen: la identidad sexual y de género; el deseo erótico y su integración en el conjunto de la personalidad, así como sus relaciones durante los comportamientos sexuales; la vinculación afectiva y mediación en los afectos asociados al erotismo, amor y enamoramiento; la evolución a lo largo del desarrollo evolutivo y el análisis de las dificultades sexuales. Por consiguiente, la sexuación e imagen corporal media en la construcción de la propia identidad  en función de los mecanismos culturales como los estereotipos de género.  Sumándose los procesos cognitivos que participan y conforman la identidad sexual, los contenidos de deseo erótico, las actitudes y los comportamientos. Luego, el desarrollo de la propia identidad sexual y de género y la experiencia erótica, están mediados por afectos y emociones  en un contexto de intimidad.

Desde esta perspectiva se entiende que la sexualidad parte del conjunto de vivencias y experiencias de la vida, que al estar enmarcadas en una educación sexual apropiada deriva en fuente de salud. Contempla la sexualidad como una dimensión humana influenciada por el sistema cognitivo, fisiológico-motor, motivacional-emocional y comportamental; donde el bienestar y la calidad de vida sexual se asocia a una adecuada salud sexual y a una percepción positiva de la sexualidad.

Contempla que la educación para la sexualidad debe estar comprendida en el marco de los derechos humanos. Defiende que recibir una educación para la sexualidad de calidad y con bases científicas es un Derecho Humano, universal e inalienable de todo individuo y, por ende, se defienden los derechos sexuales.

Desde la Psicología se coincide con Pellejero y Torres (2011) que la educación sexual debe encuadrarse desde la Sexología y mediante planteamientos coeducativos que traten a las personas de manera integral; con López y Fuertes (1989): <<la sexualidad no sólo mediatiza todo nuestro ser, sino que también es mediatizada por él. Esta mediación se produce a través de procesos biofisiológicos,  cognitivo – lingüísticos y  afectivo – emocionales>>.  Por lo tanto, se entiende que la sexualidad humana va más allá de la genitalidad, las prácticas sexuales y la reproducción; y con Le Vay (1993) que plantea: <<a diferencia del comportamiento instintivo de especies subhumanas, la satisfacción del deseo sexual en los seres humanos no tiene prefijados sus destinos. Existen multitud de maneras, de formas de estímulos diferentes muy personalizados>>.

La Psicología de la Sexualidad defiende que educar en salud sexual requiere objetividad y conocimiento científico, ya que educar no es una mera forma de instrucción y socialización, si no que va más allá. Es el proceso de aprender a ser, mediante el cual cada persona se percata de que es un ser sexuado, construyendo su masculinidad o feminidad en base a valores, actitudes, conocimientos, habilidades, destrezas y recursos personales, para vivir su sexualidad de modo autodeterminado y enriquecedor. Donde en este proceso de preparación educativa, se interiorizan los derechos sexuales como tener una sexualidad plena y responsable, equidad de género, planificación familiar, salud sexual, identidad y rol sexual, etc.

A través de una educación adecuada, la persona adquiere valores, conductas y actitudes (respeto, dignidad, compasión, tolerancia, solidaridad, etc.). Ello favorece el desarrollo de un autoconcepto óptimo y apertura en las relaciones humanas. Por consiguiente, proporciona al individuo la oportunidad de integrar su sexualidad al permitirle realizarse y vincularse a otros individuos en base a su libertad y responsabilidad encaminadas al equilibrio y bienestar.

Desde la Psicología-Sexología se defiende un Modelo Integral de Sexualidad, ya que éste incorpora una visión positiva del desarrollo biopsicosocial y sexual de la persona, favorece un aprendizaje apropiado de la sexualidad, lo cual facilita poder vivir la propia sexualidad de un modo saludable, informado, cimentado y pleno, respecto a las actitudes, conductas y estilos de vida que procuran un bienestar físico y psicológico.

La educación sexual tiene la necesidad de implicar profesionales, educadores y padres para su posible aplicación. Su objetivo es favorecer el autoconocimiento, la autoaceptación y la expresión del erotismo de forma natural y feliz, con el fin de establecer relaciones interpersonales gratificantes y no discriminatorias. Por tanto, promociona bienestar al ofrecer conocimientos y ayuda para tomar decisiones sexuales saludables. Por consiguiente, cuando se valora de forma positiva la sexualidad, se fortalece la construcción personal interna. Ello influye en nuestro Yo, permitiendo tener una vida sexual libre y plena que permite al individuo una comunicación afectivo-erótica equilibrada, dentro de un contexto de afectividad y responsabilidad humana.

Entre los objetivos principales están la promoción de la salud sexual, formación con el fin de transmitir actitudes positivas que generen conductas sexuales responsables y saludables para prevenir enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, prostitución no consentida, violencia familiar, problemas sexuales…Transmitir respeto y tolerancia hacia los valores ajenos y hacia las diferencias sexuales. En general, representa un aspecto importante en la formación integral de la persona, ya que va más allá del conocimiento biológico. Permite explicar los procesos para la construcción de identidad de género y aquellos aspectos relacionados con la comunicación afectivo-erótica.

Entre los objetivos  específicos  se busca la aceptación  de la figura corporal sexuada, modificación de las distorsiones sobre los modelos de belleza y culto al cuerpo, asumir la orientación e identidad sexual, mantener prácticas sexuales consensuadas, medidas de planificación familiar y protección ante enfermedades de transmisión sexual, aprender a vivir las relaciones sentimentales de forma sana y respetar la biografía sexual-diversidad.

 Intervenciones profesionales

Los profesionales de la Psicología-Sexología ejercen  a nivel nacional, autonómico y local en el sector público o privado. Enfatizan tener una formación óptima en la profesión que garantiza la efectividad de su intervención, ofreciendo garantías a quienes solicitan sus servicios profesionales. Entre las manifestaciones que realizan es su escasa viabilidad y visibilidad que se vienen dando a sus proyectos o programas de trabajo actuales, tendiendo a ser delimitados o desestimados por diferentes sectores. Por tanto, no sienten ser valorados en la misma medida como otros profesionales.

Son férreos defensores de la educación sexual y de una intervención psicológica especializada en Salud Sexual cuando es pertinente. Consideran que la educación para la sexualidad debe estar adaptada a la edad de la persona,  a su nivel  de desarrollo y comprensión, cultura, sensibilidad social y género; además de estar basada en una correcta información con bases científicas. Donde la práctica de la educación y la promoción de la salud sexual ha de incorporar el estudio de necesidades, planificación, implementación y evaluación de programas.

La prestación de servicios de psicólogos/as formados en sexualidad se realiza a través de entidades públicas y privadas, entre las que se incluyen escuelas, institutos de educación superior, universidades, organizaciones y grupos comunitarios, servicios sociales y de salud.

Estos profesionales inmersos en distintos programas de educación realizados en diversas regiones del mundo y bajo las orientaciones técnicas sobre educación en sexualidad  plantean que para que los componentes del aprendizaje y programas sean efectivos han de sustentarse en una educación sexual integral.

 Educación sexual

Muchos son los profesionales (Medicina, Enfermería, Educación, Psicología, Sexología, entre otros) quienes salvaguardan la idea de que es una necesidad proporcionar una educación sexual apropiada. Destacan la importancia del rol que juegan la familia y la escuela como principales actores dentro del desarrollo de la educación sexual de niños/as y adolescentes. A lo que suman, que ésta no solo debe alcanzar el ámbito educativo y formativo, sino también debe proyectarse a las diferentes esferas como la personal, familiar, social y laboral.

La Educación Sexual es <>, un <(Barragán, 1996).

Desde distintos ámbitos se propone un modelo de educación que intente respetar y partir de la biografía de cada persona (biografía incluyendo su realidad familiar, escolar, ocupacional, características especiales, etc.) para poder ofrecer una educación sexual acorde a la situación de la persona. A lo que se suma el planteamiento de Félix López (2000), que señala respecto a la sexualidad y discapacidad, la necesidad de reconocer y cubrir las necesidades interpersonales de las personas con discapacidad y características de salud sexual de estas personas.

El objeto de la educación afectivo-sexual es enseñar, sensibilizar o divulgar cualquier contenido sobre el acto sexual humano. Una instrucción en sexualidad de calidad aborda los derechos humanos, igualdad de género, pubertad y desarrollo de la sexualidad humana, habilidades personales y repertorio conductual sexual, proveedores de servicios de salud sexual y salud reproductiva. Por lo tanto, es la base para que la población adquiera un estilo de vida sexual responsable y saludable.

En este sentido, la educación sexual proporciona una información sin prejuicios, siendo científicamente correcta en sus aspectos. Contribuye al desarrollo del respeto, a presentar actitudes mentales abiertas y a ayudar a construir sociedades equitativas. Por consiguiente, la educación integral en sexualidad es indispensable para la salud y el bienestar de la persona.

Entre las dificultades encontradas en educación sexual es una enseñanza matizada por inhibiciones, desinformaciones… Siendo uno de los errores más comunes equiparar sexualidad a genitalidad, fomentar los mitos del amor romántico, usar la pornografía como modelo, etc. Por ello, algunos niños/as y adolescentes recurren para despejar sus inquietudes sobre sexualidad a amistades, hermanos/as, televisión, internet, etc. Ante esta realidad, muchos profesionales, instituciones y colectivos dedicados a la educación para la sexualidad consideran necesario promover una movilización profesional y social a favor de la educación para la sexualidad para poder ejercer  los derechos sexuales. Por consiguiente, los profesionales en el ámbito de la sexualidad estamos obligados a ofrecer a la población en general una adecuada información, educación e intervención psicosexual para  erradicar mitos, falsas creencias…; con el fin, de facilitar la libre elección de las personas a la hora de satisfacer las propias necesidades afectivas, sexuales o relación saludable, sin la imposición de modelos “universales de juventud y/o normas equívocas” socialmente afianzadas.

Implementación de programas

Los programas de educación afectivo-sexual es parte de la educación más general y, por consiguiente, afecta el desarrollo de la personalidad de los menores. Es más que la simple adquisición de conocimientos y contenidos, ya que guía hacia al desarrollo del pensamiento crítico que deriva en actitudes positivas hacia la sexualidad. Fomenta el proceso por el cual el individuo puede reconocer, identificar y aceptarse como un ser sexuado y sexual a lo largo del ciclo de vida, libre de toda ansiedad, temor o sentimiento de culpa. Además, al presentar un carácter preventivo no sólo contribuye a la prevención de las consecuencias negativas relacionadas con la sexualidad, sino que también puede mejorar la calidad de vida, la salud y el bienestar.

En las escuelas introducir la educación sexual, según los grupos de edad y desarrollo correspondiente, no ha sido siempre fácil. A menudo, se encuentran resistencias, temores y/o desinformación acerca de objetos y contenidos teórico-prácticos del programa de educación sexual a implementar.

En el continente europeo, la educación sexual  está incluida en el plan de estudios formal. Se inició oficialmente en Suecia, siendo obligatoria para todas las escuelas en 1955. En la práctica, en otros países se han necesitado muchos años más para integrar la educación sexual en los planes de estudio y otras instituciones educativas.

En torno a los años 70, se incorporó en los países escandinavos y  Alemania en 1968, siendo a partir de los 80 cuando muchos más países de Europa occidental adoptaron la educación sexual.

La transición democrática marcó un hito en la educación sexual en España. Los programas oficiales del Ministerio de Educación de los años 80 recomendaban la inclusión de contenidos de educación sexual en el marco de la enseñanza primaria y secundaria, haciendo referencia a la prevención del SIDA, enfermedades de transmisión sexual y prevención de embarazos no deseados en adolescentes. Ello dio lugar a un impulso de diferentes iniciativas sexo – pedagógicas, con campañas dirigidas tanto al espacio escolar como al doméstico.

Siendo conveniente destacar que, las investigaciones realizadas en los últimos años acerca de  los programas educativos indican que los programas son efectivos cuando tienen características como capacidad de reducir  y manejar la información incorrecta, aumentar y clarificar el conocimiento, fomentar valores y actitudes positivas, fortalecer las competencias necesarias para tomar decisiones fundamentadas y actuar apropiadamente en función de ellas, mejorar las percepciones acerca de los grupos de pares y las normas sociales, además de mejorar la comunicación asertiva con padres, madres y otros adultos de confianza.

 

Educación sexual en España

Los programas de educación sexual en España pretenden ser un medio para que el alumnado conozca y maneje su sexualidad atendiendo a la afectividad, personalidad, aspectos físicos, éticos, morales, científicos y afectivos. Por consiguiente, es un proceso de enseñanza-aprendizaje conformado por programas que manejan aspectos de tipo cognitivos, motivacionales, emocionales, sociales y físicos en materia de la sexualidad con el fin de contribuir a la igualdad, mostrar respeto a la diversidad, diferenciar entre manifestaciones de cariño y abusos, prevenir la violencia de género, evitar enfermedades de transmisión sexual, desarrollar actitudes y comportamientos sexuales responsables, planificación familiar, además de fomentar en el individuo una percepción apropiada de sí mismo poniendo en valor sus características.

El Artículo 10. Actividades formativas. BOE núm. 55, de 4 de marzo de 2010 (Ley Orgánica 2/2010, de salud sexual) recoge: <<Los poderes públicos apoyarán a la comunidad educativa en la realización de actividades formativas relacionadas con la educación afectivo sexual, la prevención de infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados, facilitando información adecuada a los padres y las madres >>. Por ello, diferentes centros formativos españoles están abiertos a proyectos para informar sobre la salud sexual, pretendiendo concienciar y socializar al alumnado en aquellos temas inherentes a la educación sexual.

En la actualidad, a pesar de la fuerza opositora de algunos detractores, persisten las iniciativas para una educación integral de la sexualidad en España. La educación sexual propuesta para las aulas españolas contempla diferentes actividades acorde a la edad del alumno/a como el autoconocimiento corporal, fomento de valores y actitudes responsables, respeto por los derechos de identidad y diversidad y comportamientos sexuales saludables. Cuenta con recursos y material didáctico con el fin de que los docentes brinden a los alumnos una formación continua.

Molina, Méndez y Martínez (2015)  plantean que la mayor parte de los programas o intervenciones están enfocadas para ser realizadas en los centros educativos. Señalan que son pocos los docentes con algún tipo de formación universitaria sobre sexualidad humana y educación sexual, pudiendo reducir el resultado de los programas de educación afectivo-sexual.

La revisión sistemática de Mena (2019) sobre los programas e intervenciones que se están llevando a cabo dentro de las aulas, plantea que los estilos docentes y aspectos relevantes a tratar en la educación afectivo-sexual son mejorables. Enfatiza que  la ausencia de educación sexual en el sistema educativo formal puede derivar en diversos problemas al alumnado.

Montenegro, (2000) apunta que gran parte  de los contenidos están ubicados en la dimensión afectiva siendo muy pocos los que se relacionan con la dimensión sexual. Proporcionando escaso valor a la educación afectivo-sexual, por lo que sería necesario incorporar estos conocimientos con el fin de ofrecer una perspectiva integral y crítica sobre la sexualidad ya que los niños/as y jóvenes están expuestos a contenidos sexuales de poderosa y masiva ocurrencia a través de los medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales y tecnológicos. Siendo ésta una sexualidad puramente física, desprovista deliberadamente del componente emocional y afectivo.

Para Bejarano y Mateos (2016) en España aparecen algunos componentes de educación afectivo-sexual pero de manera fragmentada. Impartiéndose desde un modelo biologicista reducido a temas de fisiología y anatomía. Ubicando los conocimientos relacionados con la afectividad dentro de planteamientos cívicos y morales.

Las diferentes autonomías españolas vienen realizando numerosos esfuerzos para llevar a cabo iniciativas con la colaboración de profesionales y entidades especializadas para desarrollar programas, cursos y publicaciones en materia de educación sexual para llegar a la población en general. Sin embargo, aunque la legislación española hace referencia a la educación sexual, los intentos de implantación en los diferentes niveles de la enseñanza no parecen tener  el resultado esperado.

En general en España, el sistema educación formal, se ha caracterizado por  una serie de dificultades en la implementación de planes y programas de Educación Sexual Integral. Es decir, aún no ha incorporado los suficientes elementos que desarrollen un modelo educativo que contemple la educación afectivo-sexual en su totalidad. Por ello, diferentes voces de distintos sectores profesionales coinciden en que el sistema educativo español no está obteniendo buenos resultados. Argumentan diferentes limitaciones como la falta de concreción y uniformidad de contenidos adaptados al curriculum escolar, las dificultades en formación en sexualidad de algunos docentes y la presión de grupos sociopolíticos.

Ante dicha realidad se hace necesaria una educación sexual holística que proporcione a niños/as y adolescentes una información sin prejuicios y científicamente correcta sobre todos los aspectos de la sexualidad. Dicho enfoque estaría basado en la comprensión de la sexualidad como un área de potencial humano, ayudando a los niños/as y adolescentes a desarrollar habilidades esenciales para que puedan determinar su propia sexualidad y sus relaciones en las distintas etapas de desarrollo. Brindándoles el soporte para vivir su sexualidad y relaciones de forma completa y responsable, alejándoles de posibles riesgos.

Consideraciones finales

Siguiendo con las líneas anteriores se describen distintos puntos clave en este ámbito:

La sexualidad es una dimensión cardinal del ser humano, derivada de la interacción entre los aspectos culturales, religiosos, políticos, históricos, legales, éticos, socioeconómicos respecto a los factores biológicos y psicológicos.

El contexto de la Sexología es una fuente que ofrece conocimientos necesarios para impulsar una educación sexual integral y promoción de la salud sexual.

En todas las sociedades sigue siendo primordial que las instituciones con competencias ejecutivas continúen impulsando proyectos de sensibilización y educación sexual dirigidos a menores, población adulta, personas con discapacidad u otros colectivos que no tuvo la oportunidad de tener una educación afectiva-sexual adecuada.

En la instrucción de un programa de educación afectivo-sexual requiere que participen docentes formados en educación de la sexualidad, profesionales de Medicina, Psicología, Sexología…

Educar en sexualidad es un instrumento primordial para potenciar el libre desarrollo de la sexuación de las personas. Facilita una ética asociada a la responsabilidad, reciprocidad y diversidad. Ello favorece el desarrollo intelectual y pensamiento crítico del individuo.

En España, son muchos los defensores que reivindican una educación sexual integral como parte de una educación de calidad. La cual ha de estar basada en la rigurosidad científica, sensibilidad cultural y normativa internacional.

La actual educación sexual, arreglo a la edad del alumnado, intenta implementar contenidos de forma objetiva. Éstos se enmarcan en un concepto de sexualidad positiva, ya que su fin es vivir las relaciones afectivas de una manera responsable, libre y sana.

Diferentes expertos apuntan que el sistema educativo imparte de forma transversal los contenidos, siendo éstos muy limitados en cuanto a su alcance. Por ello, es preciso continuar consolidando la Educación Sexual Integral en los diferentes proyectos educativos, profundizar más en los procesos de formación e incorporar progresivamente a las familias para garantizar el ejercicio de la educación como un derecho fundamental.

 

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